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miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Por qué mi Biblia dice que la salvación se pierde? – Parte II

Escrito por Abrahan Salazar

En mi artículo anterior, comencé con la exposición de los pasajes que pueden ser aparentemente problemáticos respecto a la sagrada doctrina de la Seguridad de la Salvación. La doctrina de la seguridad del creyente es importante en el estudio bíblico y marca el inicio de nuestro crecimiento como cristianos.

El teólogo Charles C. Ryrie escribe acerca de esta doctrina:
“La seguridad eterna es obra de Dios que garantiza que el don de Dios, la salvación, una vez que se recibe, es para siempre y no se puede perder. El concepto de seguridad eterna enfatiza la actividad de Dios en garantizar la posesión eterna del donde la vida eterna. Tiene que ver con aquellos a quienes el Espíritu Santo regenera, y su veracidad no se funda en las emociones o las experiencias.”[1]
A continuación seguiremos explicando algunos pasajes considerados problemáticos, que a través de una hermenéutica sana nos ayudarán a cimentar más esta doctrina maravillosa de la seguridad eterna.

1 Jn. 2:19
“Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.”
Note bien: Este pasaje a más de indicar que la salvación se pierde indica que aquellos que salieron del evangelio NUNCA fueron salvos. Este libro, de primera de Juan, fue escrito por el apóstol Juan para cristianos, creyentes en Cristo Jesús para que sepan que tienen “vida eterna” (1 Jn. 5:13). En el contexto del versículo el apóstol menciona a los creyentes que eran vencedores del maligno y crecían espiritualmente (1 Jn. 1:12-15). Luego Juan dice que no amemos el mundo ni sus deseos porque en las cosas del mundo no está la voluntad del Padre (1 Jn. 2:15-17). Siguiendo el hilo del pasaje, Juan menciona la venida del Anticristo escatológico, que era conocido por los primeros creyentes que vendría al final de los tiempos, pero Juan agrega que es verdad que ese Anticristo vendrá, pero también en aquel momento muchos “Anticristos” se habían surgido (1 Jn. 2:18). ¿Quiénes eran esos anticristos? Al parecer eran “incrédulos” a quienes les gustó el evangelio y entraron, pero nunca fueron renacidos, y cuando fueron seducidos por el mundo “retrocedieron” y se pusieron en contra de Cristo. Luego Juan argumenta que salieron de nosotros (los salvos) pero no eran de nosotros (no eran salvos) porque si hubiesen sido de nosotros (los salvos), habrían permanecido con nosotros (los salvos); pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros (los salvos). Por lo tanto, estos hombres mencionados por Juan no perdieron la salvación, nunca fueron salvos, porque si hubieran sido salvos lo demostrarían dando el fruto de la perseverancia.

Mateo 10:32-33
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Note bien: El pasaje no empieza en el versículo 26, sino en el capítulo 10:1. Allí Jesús llama a sus doce discípulos y les da instrucciones de predicar el evangelio en los alrededores de Judea (Mt. 10:5:15), luego les menciona que la tarea de la proclamación del evangelio no sería nada fácil ya que vendrán persecuciones venideras a los anunciadores del evangelio (Mt. 10:16-25). A continuación, Jesús menciona a sus apóstoles a no temer temor de las personas que rechazan el evangelio, sino que exhorta a tener temor únicamente a Dios (Mt. 10:26-31), agregando que entonces deben predicar sin temor viendo los resultados: los que confiesen a Cristo serán salvos y Cristo los confesará delante de su Padre, pero los que rechacen a Cristo serán rechazados por él delante de su Padre (Mt. 10:32-33). Note además que el término griego usado para negar es ἀρνέομαι y significa en ese contexto, rechazar a una persona[2]. Cristo no dice en este pasaje que se pueda perder la salvación, sólo menciona a quienes los rechazan al escuchar el mensaje predicado por los apóstoles en ese contexto.

1 Corintios 15:1-2
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.”
Note bien: El pasaje bíblico empieza con el apóstol Pablo respondiendo a la pregunta sobre la resurrección de Cristo. La resurrección de nuestro Señor es el evangelio mismo para el apóstol Pablo, a tal punto que si un creyente no cree que Jesús haya resucitado de los muertos, su fe es vana (o ha creído en vano – 1 Co. 15:12-14). “Creer en vano” para el apóstol Pablo no significa “perder” la salvación, sino “creer en Cristo pero no creer en su resurrección” y habían muchos así en Corinto (1 Co. 15:12). En otras palabras, el verdadero creyente es salvo por creer en la resurrección de Cristo de los muertos, ya que la resurrección es el punto final de nuestra redención completa, al ser nuestro cuerpo transformado por Dios para glorificación (1 Co. 15:51-57). Un verdadero creyente jamás tendría una fe vana, creyendo que Jesús no resucitó. Algo más, Pablo no condiciona la salvación a “retener la palabra predicada” ya que él mismo dice que la salvación se obtiene sólo “por gracia” y “no por obras” (Ef. 2:8). La traducción correcta en el versículo dos debería ser entonces, “ya que retenéis la palabra que os he predicado” pues en el Nuevo Testamento griego está en la condición de primera clase, y debería ser traducida “ya que” pues Pablo está suponiendo que los corintios la retienen en el presente, y no es una condición para salvación[3].
Podríamos, por lo tanto, leer el texto así: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, ya que retenéis la palabra que os he predicado, están siendo salvos, a no ser que[4] hayan creído en vano (creyendo que Cristo no resucitó)”. Este texto, en vez de alegar que la salvación está condicionada a “retener la palabra” o a “no tener una fe en vano” pues podemos perder nuestra salvación, demuestra que los verdaderos creyentes “no tienen una fe en vano” pues creen que Cristo ha resucitado, “ya que retienen la palabra predicada” por Pablo, el mensaje de la resurrección de Cristo.

2 Corintios 13:5
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”
Note bien: Este versículo en ningún sentido menciona que la salvación se puede perder, sino todo lo contrario. En primer lugar, versículos anteriores Pablo menciona a los corintios su deseo de visitarlos por tercera vez (2 Co. 12:14), pero menciona además, que tal vez en la visita que él haga a los corintios los encuentre como él no quiere: viviendo en pleitos, envidias y hasta fornicaciones y lo peor de todo es que no se hallan arrepentido de vivir una vida así (2 Co. 12:20-21). La Biblia al lenguaje sencillo traduce: “Me da miedo pensar que, cuando vaya a visitarlos, no los encuentre como yo quisiera, y que tampoco yo resulte ser lo que ustedes esperan. Tengo miedo de encontrarlos peleándose, o envidiándose, o enojados unos contra otros, o que resulten ser egoístas, chismosos, murmuradores, orgullosos y alborotadores. Me da miedo pensar que, cuando vaya a visitarlos, mi Dios me haga sentir tanta vergüenza que me ponga a llorar porque muchos de ustedes no han dejado de pecar ni de hacer lo malo, sino que siguen teniendo relaciones sexuales prohibidas.” Luego Pablo menciona que en esta tercera visita sólo dos o tres testigos serían suficiente para disciplinar a aquellos “creyentes” que no se han arrepentido de vivir una vida de pecado y Pablo advierte no ser indulgente con esta gente (2 Co. 13:1-2). Luego el apóstol menciona a los corintios que si querían ver la prueba de que Cristo hablaba por él, noten el poder con el que él habla, y si era necesario, cuando vaya les iba a mostrar el poder de Dios en sus palabras (2 Co. 13:3-4). Finalmente, el apóstol menciona a los “creyentes” que estaban viviendo una vida desordenada en pecado (mencionados en 2 Co. 12:20-13:2) que se “examinen” para saber si realmente eran salvos. Pablo termina diciendo que si Jesús estaba en ellos, ellos eran salvos, pero si Jesús NO estaba en ellos, ellos no eran salvos (2 Co. 13:5). Por lo tanto, este texto en vez de enseñar que la salvación se pierde, es un consejo para aquellos “creyentes” que viven desordenadamente en pecados y no se arrepienten para probarse si realmente son salvos. Si al autoexaminarse encuentran que Cristo no está en ellos (pues no proceden al arrepentimiento) entonces nunca fueron salvos. Pues si Cristo estuviera en ellos, se arrepentirían de su mal camino. Reitero, este texto no enseña que un creyente pierda la salvación, sino que demuestra que un “creyente” que viva desordenadamente en pecado y no se arrepiente NUNCA fue salvo, para tal caso, debe hacerse un examen personal.
Continuará…



[1] Charles C. Ryrie, Teología Básica pg. 374, Editorial Unilit - Primera edición 1993
[2] William Edwy Vine, Diccionario expositivo de Palabras del antiguo y nuevo testamentos de Vine pg. 584, Editorial Grupo Nelson 2007
[3]  Archibald Thomas Robertson, Comentario al texto griego del Nuevo Testamento pg. 453 – Editorial CLIE 2003
[4] Traducción del Nuevo Testamento Interlineal de Francisco Lacueva pg. 698 – Editorial CLIE 1984

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