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miércoles, 27 de agosto de 2014

“¿Vida eterna o vida condicional?” Jn. 10:27-29

Escrito por Abrahan Salazar

De mis doce años de vida cristiana, ocho de ellos lo pasé en una denominación pentecostal. Las Sagradas Escrituras han sido siempre  una fuente de aguas vivas que han sabido sustentar y reafirmar mi fe y en ello me gozo. Desde mi adolescencia he predicado la Palabra de Dios y he motivado a la formación de círculos de estudios de las Sagradas Escrituras, he sido responsable de varios de esos grupos, enseñando y predicando. Pero recuerdo de manera vívida la primera vez que escuché un mensaje sobre la “Seguridad de Salvación”; ¡Oiga! Eso iba contra todos los años que creía que la salvación, Dios me la había dado a guardar a mí y que tan sólo un pecado podría hacerme caer de la Gracia Salvadora. 

Comencé a estudiar el tema más profundamente y mi alma ardía al descubrir pasajes maravillosos que hasta ahora saben reconfortar mi vida, descansando en la promesa de Dios: mi salvación, está segura en Él.
Podría decir, que el versículo clave para convencerme de tan maravillosa doctrina fue Jn. 10:27-29:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”
Había encontrado ocho verdades maravillosas en este pasaje:
  1. En primer lugar, yo entendía que las ovejas mencionadas por Jesucristo en este pasaje se refiere a los creyentes, eso es indudable. Todo el capítulo diez del evangelio de Juan es una magistral exposición de la obra perfecta de la salvación y del Pastor (Jesús) con sus ovejas (los creyentes). No es la única referencia bíblica en la que a los cristianos se les compara con ovejas, en Ro. 8:36 hablando sobre la Seguridad en Cristo, el apóstol Pablo dice que los cristianos somos contados como ovejas de matadero. En el Libro de Hebreos 13:20 se asigna al Mesías el título de “El gran Pastor de la ovejas” y Pedro en su primera epístola nos compara como ovejas descarriadas antes de venir a Jesús. Por lo tanto, es innegable que alguien osara en refutar esta verdad, Jesús empieza el versículo 27 hablando de nosotros, los creyentes.
  2. Oír la voz del Mesías equivale en las Sagradas Escrituras a aceptar su mensaje salvífico (Ef. 4:21) y tiene una estrecha relación en el Libro de Romanos con ser conocidos por Dios para salvación (Ro. 8:29-30, Gal. 4:9). Es interesante que Jesús haya usado estos dos términos significativos en un pasaje tan importante para esta doctrina maravillosa.
  3.  Acerca de “seguir” a Jesús, en el evangelio de Juan tiene una connotación también soteriológica al aplicarse una promesa de iluminación espiritual para vida (Jn. 8:12). Es indudable que Jesús esté hablando de algo distinto a la obra de la Salvación en este pasaje. Él usa de estas figuras ilustrativas para aclarar a las mentes entenebrecidas de los judíos su obra de Salvación.
  4. Si hay algo que Jesús otorga en el momento de la Salvación es vida “eterna”. El concepto lógico de la eternidad es algo infinito, inacabable e inagotable. El adjetivo usado por Jesús para este sustantivo es importante pues refleja el tipo de vida que hemos adquirido en el momento de la Salvación, es una vida “que nunca se va a acabar” es “comunión eterna” con Dios. Note que Jesús no dice: vida “temporal” (si pecas se acaba) o vida “condicional” (si pecas la pierdes), él la llama vida ETERNA.
  5. Muchos de los que afirman que la salvación se pierde, aplican a este pasaje una connotación futura entendiendo así “vida eterna” como “vida celestial”. Por lo tanto, ellos corren por alcanzar esa vida “eterna” en el cielo y deben comportarse bien para llegar a poseerla. Sin embargo, nuestro Mesías es claro al afirmar que esta vida él la otorga en el momento de la salvación y NO en el momento de la glorificación. La vida eterna es la llave que nos permite tener “vida” realmente. Nadie puede decir que tiene “vida” sin tener a Dios. La vida “eterna” es lo que nos permite iniciar una comunión con Dios a través de Cristo y esa comunión se extiende para toda la eternidad (1 Jn. 1:3). La primera epístola de Juan nos enseña que los cristianos no esperamos recibir la vida eterna en el cielo sino que ya la tenemos en nosotros, realmente si alguien no cree ser poseedor de esa vida en el presente, para el apóstol Juan, no es cristiano (1 Jn. 5:11-13).
  6. El término griego traducido por “perecer” es άπόλλυμι y tiene la idea de destrucción absoluta. Si hay algo que nos alivia son los adverbios que están modificando este concepto de “destrucción-perdición” y estos dos adverbios son negativos. “No” y “jamás” rodean  a la palabra “perecer” como limitando su poder sobre las ovejas del Pastor, impidiendo así que ellas sean destruidas en el infierno (Mt. 10:28). Lo que más me brindó confianza es ese adverbio JAMAS que indica que NUNCA pereceré, NUNCA seré destruido porque tengo VIDA ETERNA.
  7. Si yo entro a un lugar vacío y pregunto: ¿Quién está aquí? Al no oír ninguna voz concluyo que no hay NADIE. Este concepto es importante para entender que no existe persona en el mundo espiritual y físico que pueda arrebatarte de las manos del Maestro. Note lo siguiente: En el mundo espiritual, no hay persona que pueda arrebatarlo de Cristo (Satanás ni sus secuaces, los ángeles ni sus poderes); de la misma manera no hay persona en el mundo físico que pueda arrebatarlo de las manos del Mesías, ni siquiera usted mismo, NADIE es NADIE. De esta verdad estaba absolutamente convencido Pablo el apóstol cuando escribe: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Ro. 8:38-39) Pablo era un verdadero cristiano bautista, absolutamente seguro que nunca perdería su salvación.
  8. Siendo Dios el Padre, el dueño de las ovejas y quien lleva a los hombres de Cristo (Jn. 6:44) es mayor que todos (Ef. 4:6). Por lo tanto, NADIE puede arrebatar a las ovejas de su Cristo de sus propias manos. Pablo el apóstol establece una conexión aún mayor de protección al decir: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” (Col. 3:3) No existe persona en el universo creado que pueda separarnos ni arrebatarnos de Dios.

Después de reflexionar en este pasaje y comprender las grandes joyas que Dios tiene en su Palabra respecto a la salvación, empecé a vivir la vida cristiana sin temor a pensar que a cada segundo mi salvación pendía de un hilo, y que en cualquier momento la podía perder.

1 comentario:

  1. Creemos que la salvación es recibida por gracia solamente, por medio de la fe solamente, y en Cristo solamente. Las buenas obras y la obediencia son los resultados de la salvación, no requisitos para la salvación. Debido a la grandeza, la suficiencia, y la perfección del sacrificio de Cristo, todos aquellos que verdaderamente han recibido a Cristo como Salvador están eternamente seguros en la salvación, guardados por el poder de Dios, seguros y sellados en Cristo para siempre (Juan 6:37-40; 10:27-30; Romanos 8:1, 38-39; Efesios 1:13-14; 1 Pedro 1:5; Judas 24). Tal como la salvación no puede ser ganada por buenas obras, tampoco necesita las buenas obras para ser mantenida o sustentada. Buenas obras y vidas transformadas son los resultados inevitables de la salvación (Santiago 2).

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