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sábado, 11 de octubre de 2014

¿Por qué mi Biblia dice que la salvación se pierde? – Parte I

Escrito por Abrahan Salazar

Durante ocho años de mi vida cristiana viví creyendo que la salvación era tan frágil que yo la podía perder en cualquier momento. Claro, era obvio, NO cualquier pecado podía hacerme perder mi salvación, sólo los pecados de muerte. En mi mente entonces clasificaba qué pecados me podían hacer morir espiritualmente y entendía que pecados de índole sexual podrían hacerme caer de la gracia de Dios (tales como fornicación, adulterio, inmoralidad, etc.) mientras que pecados menos graves me tendrían aún en su gracia (mentira, enojo, ira, etc.). Qué maravilloso fue ese día en el que oí que la salvación era tan duradera que nada ni nadie me podría apartar del amor de Cristo. Sin embargo, empezaron a venir a mi mente las enseñanzas de aquellos teólogos pentecostales; en ellas, estos teólogos exhortaban a cuidar la salvación porque no era completamente segura.

El teólogo pentecostal Myer Pearlmann dice:

La experiencia confirma la posibilidad de una caída transitoria de la gracia, conocida popularmente con el nombre de relapso o reincidencia…Un relapso o reincidente es aquel que antes tenía fervor hacia Dios, pero que ahora se ha enfriado (Mt. 24:12); antes obedecía la Palabra, pero la mundanalidad y el pecado impidieron el crecimiento y la producción de frutos (Mt. 13:22); antes puso su mano en el arado, pero miró hacia atrás (Lc. 9:62); al igual que la esposa de Lot que había sido liberada de la ciudad de Destrucción, pero su corazón ha retornado allí (Lc. 17:32); guardó antes comunión íntima con el Señor, pero ahora ha perdido contacto con él, y espiritualmente está marchito, es estéril e infecundo y de nada sirve (Jn. 15:6); antes escuchó la voz de la conciencia, pero ahora ha arrojado de sí la brújula que podía marcarle del derrotero, y como resultado de ello, la nave de la fe ha naufragado en los acantilados de la mundanalidad y el pecado (1 Tim. 1:19); en el pecado se sentía feliz de llamarse creyente pero ahora siente vergüenza de confesar a su Señor (2 Tim. 1:8, 2:12); antes estaba libre de la contaminación del mundo, pero ahora ha retornado como “la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pe. 2:22); compare con Lc. 11:21-26.”[1]
Es interesante que el patrón de autoridad para Myer Pearlmann es “la experiencia” y no la Palabra de Dios.

Luego agrega:

“Más el Nuevo Testamento nos enseña que la gracia divina puede ser resistida, y resistida hasta la perdición eterna, (Jn. 6:64, Heb. 6:4-6, 10:26-30, 2 Pe. 2:21, Heb. 2:3, 2 Pe. 1:10), y que la perseverancia está condicionada al mantenerse en contacto con Dios.”[2]
Más adelante agrega:

“Pero la frase “una vez en la gracia, siempre en la gracia” no podía decirse de los israelitas; puesto que la ruta quedó señalada por las tumbas de aquéllos que habían sido castigados por sus murmuraciones, rebeliones e idolatrías. El pecado interrumpió la comunión con Dios, y como resultado de ello cayeron de la gracia. Pablo declara que estos acontecimientos fueron registrados a fin de advertir a los creyentes de la posibilidad de perder los más excelsos privilegios debido al pecado obstinado.”[3]
Guy Duffield, otro teólogo pentecostal escribe:

“La participación del creyente es nutrirse en la palabra de Dios, someterse al ministerio del Espíritu Santo y preservar la comunión constante con Dios a través de la oración. Es por medio de la fe, la obediencia y la sumisión a la voluntad de Dios, que el creyente se adueña de todo lo que la gracia de Dios suple. No somos ni salvados ni guardados a causa de la fe y la obediencia. Pero la fe y la obediencia nos mantienen en comunión con Cristo, quién es fiel y nos preserva hasta el fin. “Porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día” (II Ti. 1:12). Si el seguidor de Cristo hace estas cosas, estará seguro por toda la eternidad. Pero si no mora en Cristo por causa de su incredulidad, o por una vida que peca a propósito y nunca se arrepiente, o por continuar en apostasía, entonces no hay promesa alguna de que será guardado. En ninguna parte de la escritura se nos da permiso a desafiar la gracia de Dios…El mantenimiento de nuestra salvación no es un acto de equilibrio sobre un camino angosto con precipicios en ambos lados. Claro que hay un precipicio, pero por la fe, la obediencia y la comunión fiel con el Señor, tendremos el privilegio de caminar más y más lejos del precipicio y llegar más y más cerca de la ciudad de Dios.”[4]
Sin embargo es de notar, que estos dos teólogos pentecostales aceptan que hay una seguridad para el creyente, pero que esta seguridad no está fundamentada en Dios sino en el andar del creyente. Por lo tanto, eres salvo por Dios y puedes vivir seguro en él, siempre y cuando no pierdas la salvación. Entonces, la supuesta seguridad es contradicha.

El predicador pentecostal Rodolfo Gonzalez enseña acerca de la salvación frágil en la que cree, en una de sus prédicas tituladas, “El descuido espiritual acarrea desgracia”, transcribiré textualmente sus palabras:

“Pero usted comienza a caer con una filistea, con una ramera, con una Dalila, ahhh, ya hace rato que tú estás de picada, estas picada ya, sólo hace falta que el Diablo te arrastre y te lleve”[5]
Note la forma en la que este predicador manifiesta que cualquier creyente puede ser llevado por el Diablo. La Biblia enseña por el contrario, “por lo cual estoy seguro que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús” Ro. 8:38-39.

Minutos más adelante agrega:

“Por eso estamos predicando, todos los días hablamos y hablamos ¿para qué?, para que se cuiden, yo me tengo que cuidar, yo no puedo esperar que ustedes me cuiden a mí, yo me tengo que cuidar,  la Palabra de Dios dice: el que se cuida a sí mismo el maligno no le toca…¿Dios te guarda? Sí te guarda, pero ¿qué dice Dios? el que se guarda a sí mismo, ¿qué dice Dios? El que resiste al Diablo de vosotros huirá.”[6]
Es interesante que este predicador mencione que Dios sólo nos guarda a los creyentes con la condición de que nosotros nos guardemos a nosotros mismos, pero eso no lo enseña la Biblia en  pasajes como 1 Pe. 1:5, Jud. 24. El no caer de la gracia no depende de que yo me cuide, sino de que Dios y su poder me cuidan.

Luego agrega:

“Para que sepa usted que a los fuertes, y a los que Dios ha escogido, si se debilitan, el Diablo se los lleva. Cuando yo vi siendo todavía un novato, comenzando unos años nomás, y vi pastores que cayeron yo lloraba y decía: Señor, primero quítame la vida, y hasta ahora no ceso de decirle al Señor: primero quítame la vida, antes que yo te falle, antes que yo sea piedra de tropiezo, piedra de escándalo, quítame la vida como tú quieras Señor, pero no quiero perder mi alma ni quiero ser un mal testimonio, hermano por un deleite sexual con una mujer más joven, una mujer más diferente que la otra en su cuerpo, en su forma, hermano comer ese plato es irse al infierno de cabeza.”[7] 
La Biblia a diferencia de lo que nos dice este predicador, es más compasiva. Juan argumenta que si pecáramos tenemos un abogado que es Cristo (1 Jn. 2:1); Jesús además nos aseguró que nunca pereceríamos en el infierno (Jn. 10:27-28). Además es notorio que en estas declaraciones se argumenta que los pecados de índole sexual son los más graves delante de Dios; sin embargo, la Biblia dice que el saber hacer lo bueno y no hacerlo es pecado (Stg. 4:17), que todo lo que no procede de fe es pecado (Ro. 4:23) y que para un Dios Santo, tanto una mentira como la avaricia, la explotación o los pecados sexuales, son de igual grado y magnitud (1 Jn. 1:5).

A continuación, trataré de explicar la mayoría de textos que son usados por los que rechazan tener una seguridad en Cristo, para vivir una vida desdichada creyendo que a cada segundo de su vida, su salvación pende de un hilo. Para ello, usaremos el análisis sencillo del pasaje, el contexto y sus conceptos griegos.

Mateo 7:15-23

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.  No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?  Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”
Note bien: en los versículos anteriores tenemos una clase de personas que conoce el evangelio de Cristo y hasta realizaron milagros; sin embargo, NUNCA fueron salvos. Note que estos llamados “falsos profetas” tienen vestidos de ovejas pero dentro (su naturaleza) es de lobo, a diferencia del creyente que tiene una nueva naturaleza en Cristo (2 Pe. 1:4). Luego Jesús apela a los frutos, diciendo que un buen árbol puede producir buenos frutos, pero un árbol malo sólo producirá frutos malos, lo cual indica que sólo los creyentes pueden dar frutos dignos de arrepentimiento (Lc. 3:8), los falsos profetas son creyentes “falsos” que podrán dar aparentes frutos de “justicia” por un tiempo, pero todo se desvanece cuando da un fruto malo, el fruto de la deserción (1 Jn. 2:19). El Señor Jesús luego menciona que no todo confesor de su Señorío es salvo sino aquellos que “hacen” la voluntad de su Padre Dios. Note algo, uno no entra al cielo por “hacer” la voluntad de Dios, sino sólo por gracia (Ef. 2:8), el “hacer” la voluntad de Dios es tan sólo una demostración que “ya” somos salvos (1 Jn. 2:3, 2:29). Muchos falsos profetas (incrédulos) dirán en el día final al Señor que obraron muchos milagros en su nombre, sin embargo, el obrar milagros NO es una demostración de ser salvo, porque incrédulos como Janes y Jambres los obraron también (2 Tim. 2:8); vemos aquí que el poder de obrar milagros de estos farsantes viene de Dios pero para perdición (2 Ts. 2:11-12). Por último Jesús declara “nunca” haber conocido a estos falsos profetas, algo que NUNCA diría de los verdaderos creyentes a quienes “conoció” desde antes de la fundación del mundo (Ro. 8:29, 1 Pe. 1:2, Gl. 4:9).

2 Corintios 11:13-15

“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.”
Note bien: en el texto anterior vemos que estos falsos “apóstoles” tampoco son verdaderos creyentes, como en el caso anterior. Mire la comparación que hace Pablo de Satanás disfrazado de ángel de luz. Satanás puede disfrazarse de ángel de luz pero NUNCA será uno, pues tiene una naturaleza caída. Igual estos ministros de Satanás pueden disfrazarse de justos pero nunca serán justos, porque siguen teniendo su naturaleza caída. No es que éstos hayan perdido la salvación, sino que NUNCA fueron salvos, sólo eran incrédulos con disfraces de salvos.  Pablo luego apela al final de estos hombres argumentando que recibirán conforme a sus obras. Si fueran creyentes darían buenos frutos, al salir del cristianismo sólo demostraron que NUNCA fueron salvos.

2 Pedro 2:1.21-22

“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina…Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.”
Note bien: este es un pasaje bastante importante porque a primera vista, el apóstol Pedro está indicando que estos falsos maestros han sido rescatados por el Señor; sin embargo, hay que leer todo texto en su contexto global. El término griego que la RVR 1960 traduce como “rescató” es ἀγοράζω que específicamente significa “comprar”, así lo traduce la Biblia de las Américas (…al Señor que los compró…). Ahora, Cristo Jesús es el comprador y Salvador de “todos” los hombres, aún de los incrédulos (1 Tim. 4:10, Tito 2:11, Heb. 2:9), aunque su sangre salvadora solo se hace efectiva en aquellos que creen. En conclusión, estos falsos maestros mencionados por Pedro son incrédulos por quienes Jesús murió y con su sangre los compró; sin embargo, ellos por su corazón no arrepentido atesoran ira para el día de la ira (Ro. 2:5) por lo tanto no se hace efectiva la sangre de Cristo para salvación. Note algo más, Pedro en los últimos versículos del mismo capítulo demuestra que estos falsos maestros nunca fueron en realidad salvos. Él apela a la naturaleza de los animales para comparar a estos pecadores según el Proverbio 26:11. ¿Por qué el perro vuelve a su vómito? Pues porque es perro, si fuera gato les aseguro que no lo haría. ¿Por qué la puerca lavada vuelve al cieno? Pues porque es puerca, si fuera gato, no lo haría. ¿Por qué los falsos maestros vuelven a la vida de pecado? Porque SIEMPRE fueron pecadores, si hubieran sido SALVOS (con nueva naturaleza) no añorarían ni siquiera volver a esa vida. Estos maestros no perdieron la salvación, sólo que nunca la tuvieron.
Continuará…




[1] Myer Pearlmann, Teología Bíblica y Sistemática, pg. 299-300 – Versión Castellana: Benjamín E. Mercado, Editorial VIDA, Miami Florida 33167 (Novena edición, 1977).
[2] Ibid, pg. 305
[3] Ibid, pg. 307
[4] Guy P. Duffield y Nathaniel M. Van Cleave, Fundamentos de la Teología Pentecostal, pg. 284-285 – Segunda Edición. 2002 por Life Pacific College. ISBN 0-9635581-3-7
[6] Minuto 12 segundos 58 – minuto 13:53
[7] Minuto 15 segundos 18 – minuto 16:22

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