Escrito por Abrahan Salazar
En mi artículo anterior, comencé con la exposición de los
pasajes que pueden ser aparentemente problemáticos respecto a la sagrada
doctrina de la Seguridad de la Salvación. La doctrina de la seguridad del
creyente es importante en el estudio bíblico y marca el inicio de nuestro
crecimiento como cristianos.
El teólogo Charles C. Ryrie escribe acerca de esta doctrina:
“La seguridad eterna es obra de Dios que garantiza
que el don de Dios, la salvación, una vez que se recibe, es para siempre y no
se puede perder. El concepto de seguridad eterna enfatiza la actividad de Dios
en garantizar la posesión eterna del donde la vida eterna. Tiene que ver con
aquellos a quienes el Espíritu Santo regenera, y su veracidad no se funda en
las emociones o las experiencias.”[1]
A continuación seguiremos explicando algunos pasajes
considerados problemáticos, que a través de una hermenéutica sana nos ayudarán
a cimentar más esta doctrina maravillosa de la seguridad eterna.
1 Jn. 2:19
“Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque
si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron
para que se manifestase que no todos son de nosotros.”
Note bien: Este
pasaje a más de indicar que la salvación se pierde indica que aquellos que
salieron del evangelio NUNCA fueron salvos. Este libro, de primera de Juan, fue
escrito por el apóstol Juan para cristianos, creyentes en Cristo Jesús para que
sepan que tienen “vida eterna” (1 Jn. 5:13). En el contexto del versículo el
apóstol menciona a los creyentes que eran vencedores del maligno y crecían
espiritualmente (1 Jn. 1:12-15). Luego Juan dice que no amemos el mundo ni sus
deseos porque en las cosas del mundo no está la voluntad del Padre (1 Jn.
2:15-17). Siguiendo el hilo del pasaje, Juan menciona la venida del Anticristo
escatológico, que era conocido por los primeros creyentes que vendría al final
de los tiempos, pero Juan agrega que es verdad que ese Anticristo vendrá, pero
también en aquel momento muchos “Anticristos” se habían surgido (1 Jn. 2:18).
¿Quiénes eran esos anticristos? Al parecer eran “incrédulos” a quienes les
gustó el evangelio y entraron, pero nunca fueron renacidos, y cuando fueron
seducidos por el mundo “retrocedieron” y se pusieron en contra de Cristo. Luego
Juan argumenta que salieron de nosotros (los salvos) pero no eran de nosotros
(no eran salvos) porque si hubiesen sido de nosotros (los salvos), habrían
permanecido con nosotros (los salvos); pero salieron para que se manifestase
que no todos son de nosotros (los salvos). Por lo tanto, estos hombres
mencionados por Juan no perdieron la salvación, nunca fueron salvos, porque si
hubieran sido salvos lo demostrarían dando el fruto de la perseverancia.
Mateo 10:32-33
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y
a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante
de mi Padre que está en los cielos.”
Note bien: El
pasaje no empieza en el versículo 26, sino en el capítulo 10:1. Allí Jesús llama
a sus doce discípulos y les da instrucciones de predicar el evangelio en los
alrededores de Judea (Mt. 10:5:15), luego les menciona que la tarea de la
proclamación del evangelio no sería nada fácil ya que vendrán persecuciones
venideras a los anunciadores del evangelio (Mt. 10:16-25). A continuación,
Jesús menciona a sus apóstoles a no temer temor de las personas que rechazan el
evangelio, sino que exhorta a tener temor únicamente a Dios (Mt. 10:26-31),
agregando que entonces deben predicar sin temor viendo los resultados: los que
confiesen a Cristo serán salvos y Cristo los confesará delante de su Padre,
pero los que rechacen a Cristo serán rechazados por él delante de su Padre (Mt.
10:32-33). Note además que el término griego usado para negar es ἀρνέομαι y
significa en ese contexto, rechazar a una persona[2].
Cristo no dice en este pasaje que se pueda perder la salvación, sólo menciona a
quienes los rechazan al escuchar el mensaje predicado por los apóstoles en ese
contexto.
1 Corintios 15:1-2
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os
he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por
el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si
no creísteis en vano.”
Note bien: El
pasaje bíblico empieza con el apóstol Pablo respondiendo a la pregunta sobre la
resurrección de Cristo. La resurrección de nuestro Señor es el evangelio mismo
para el apóstol Pablo, a tal punto que si un creyente no cree que Jesús haya
resucitado de los muertos, su fe es vana (o ha creído en vano – 1 Co.
15:12-14). “Creer en vano” para el apóstol Pablo no significa “perder” la
salvación, sino “creer en Cristo pero no creer en su resurrección” y habían
muchos así en Corinto (1 Co. 15:12). En otras palabras, el verdadero creyente es
salvo por creer en la resurrección de
Cristo de los muertos, ya que la resurrección es el punto final de nuestra
redención completa, al ser nuestro cuerpo transformado por Dios para
glorificación (1 Co. 15:51-57). Un verdadero creyente jamás tendría una fe vana,
creyendo que Jesús no resucitó. Algo más, Pablo no condiciona la salvación a
“retener la palabra predicada” ya que él mismo dice que la salvación se obtiene
sólo “por gracia” y “no por obras” (Ef. 2:8). La traducción correcta en el
versículo dos debería ser entonces, “ya
que retenéis la palabra que os he predicado” pues en el Nuevo
Testamento griego está en la condición de primera clase, y debería ser
traducida “ya que” pues Pablo está suponiendo que los corintios la retienen en
el presente, y no es una condición para salvación[3].
Podríamos, por lo tanto, leer el texto así: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, ya que retenéis la palabra que os he predicado, están siendo salvos, a no ser que[4] hayan creído en vano (creyendo que Cristo no resucitó)”. Este texto, en vez de alegar que la salvación está condicionada a “retener la palabra” o a “no tener una fe en vano” pues podemos perder nuestra salvación, demuestra que los verdaderos creyentes “no tienen una fe en vano” pues creen que Cristo ha resucitado, “ya que retienen la palabra predicada” por Pablo, el mensaje de la resurrección de Cristo.
Podríamos, por lo tanto, leer el texto así: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, ya que retenéis la palabra que os he predicado, están siendo salvos, a no ser que[4] hayan creído en vano (creyendo que Cristo no resucitó)”. Este texto, en vez de alegar que la salvación está condicionada a “retener la palabra” o a “no tener una fe en vano” pues podemos perder nuestra salvación, demuestra que los verdaderos creyentes “no tienen una fe en vano” pues creen que Cristo ha resucitado, “ya que retienen la palabra predicada” por Pablo, el mensaje de la resurrección de Cristo.
2 Corintios 13:5
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe;
probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo
está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”
Note bien: Este versículo en ningún sentido menciona que la
salvación se puede perder, sino todo lo contrario. En primer lugar, versículos
anteriores Pablo menciona a los corintios su deseo de visitarlos por tercera
vez (2 Co. 12:14), pero menciona además, que tal vez en la visita que él haga a
los corintios los encuentre como él no quiere: viviendo en pleitos, envidias y
hasta fornicaciones y lo peor de todo es que no se hallan arrepentido de vivir una vida así (2 Co. 12:20-21). La
Biblia al lenguaje sencillo traduce: “Me da miedo pensar que, cuando vaya a
visitarlos, no los encuentre como yo quisiera, y que tampoco yo resulte ser lo
que ustedes esperan. Tengo miedo de encontrarlos peleándose, o envidiándose, o
enojados unos contra otros, o que resulten ser egoístas, chismosos,
murmuradores, orgullosos y alborotadores. Me da miedo pensar que, cuando vaya a
visitarlos, mi Dios me haga sentir tanta vergüenza que me ponga a llorar porque
muchos de ustedes no han dejado de pecar ni de hacer lo malo, sino que siguen
teniendo relaciones sexuales prohibidas.” Luego Pablo menciona que en esta tercera
visita sólo dos o tres testigos serían suficiente para disciplinar a aquellos
“creyentes” que no se han arrepentido de vivir una vida de pecado y Pablo
advierte no ser indulgente con esta gente (2 Co. 13:1-2). Luego el apóstol
menciona a los corintios que si querían ver la prueba de que Cristo hablaba por
él, noten el poder con el que él habla, y si era necesario, cuando vaya les iba
a mostrar el poder de Dios en sus palabras (2 Co. 13:3-4). Finalmente, el
apóstol menciona a los “creyentes” que estaban viviendo una vida desordenada en
pecado (mencionados en 2 Co. 12:20-13:2) que se “examinen” para saber si
realmente eran salvos. Pablo termina diciendo que si Jesús estaba en ellos,
ellos eran salvos, pero si Jesús NO estaba en ellos, ellos no eran salvos (2
Co. 13:5). Por lo tanto, este texto en vez de enseñar que la salvación se
pierde, es un consejo para aquellos “creyentes” que viven desordenadamente en
pecados y no se arrepienten para probarse si realmente son salvos. Si al
autoexaminarse encuentran que Cristo no está en ellos (pues no proceden al
arrepentimiento) entonces nunca fueron salvos. Pues si Cristo estuviera en
ellos, se arrepentirían de su mal camino. Reitero, este texto no enseña que un
creyente pierda la salvación, sino que demuestra que un “creyente” que viva
desordenadamente en pecado y no se arrepiente NUNCA fue salvo, para tal caso,
debe hacerse un examen personal.
Continuará…
[1] Charles
C. Ryrie, Teología Básica pg. 374,
Editorial Unilit - Primera edición 1993
[2] William
Edwy Vine, Diccionario expositivo de
Palabras del antiguo y nuevo testamentos de Vine pg. 584, Editorial Grupo
Nelson 2007
[3] Archibald Thomas Robertson, Comentario al texto griego del Nuevo
Testamento pg. 453 – Editorial CLIE 2003
[4]
Traducción del Nuevo Testamento Interlineal de Francisco Lacueva pg. 698 –
Editorial CLIE 1984
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