Escrito por Abrahan Salazar
Durante ocho años de mi vida cristiana viví creyendo que la
salvación era tan frágil que yo la podía perder en cualquier momento. Claro,
era obvio, NO cualquier pecado podía hacerme perder mi salvación, sólo los pecados de muerte. En mi mente entonces
clasificaba qué pecados me podían hacer morir espiritualmente y entendía que pecados de índole sexual podrían
hacerme caer de la gracia de Dios (tales como fornicación, adulterio,
inmoralidad, etc.) mientras que pecados menos graves me tendrían aún en su
gracia (mentira, enojo, ira, etc.). Qué maravilloso fue ese día en el que oí
que la salvación era tan duradera que nada ni nadie me podría apartar del amor
de Cristo. Sin embargo, empezaron a venir a mi mente las enseñanzas de
aquellos teólogos pentecostales; en ellas, estos teólogos
exhortaban a cuidar la salvación porque no era completamente segura.
El teólogo pentecostal Myer Pearlmann dice:
“La
experiencia confirma la posibilidad de una caída transitoria de la gracia, conocida popularmente con el nombre de
relapso o reincidencia…Un relapso o reincidente es aquel que antes tenía fervor
hacia Dios, pero que ahora se ha enfriado (Mt. 24:12); antes obedecía la
Palabra, pero la mundanalidad y el pecado impidieron el crecimiento y la
producción de frutos (Mt. 13:22); antes puso su mano en el arado, pero miró
hacia atrás (Lc. 9:62); al igual que la esposa de Lot que había sido liberada
de la ciudad de Destrucción, pero su corazón ha retornado allí (Lc. 17:32);
guardó antes comunión íntima con el Señor, pero ahora ha perdido contacto con
él, y espiritualmente está marchito, es estéril e infecundo y de nada sirve
(Jn. 15:6); antes escuchó la voz de la conciencia, pero ahora ha arrojado de sí
la brújula que podía marcarle del derrotero, y como resultado de ello, la nave
de la fe ha naufragado en los acantilados de la mundanalidad y el pecado (1
Tim. 1:19); en el pecado se sentía feliz de llamarse creyente pero ahora siente
vergüenza de confesar a su Señor (2 Tim. 1:8, 2:12); antes estaba libre de la
contaminación del mundo, pero ahora ha retornado como “la puerca lavada a
revolcarse en el cieno” (2 Pe. 2:22); compare con Lc. 11:21-26.”[1]
Es interesante que el patrón de autoridad para Myer
Pearlmann es “la experiencia” y no la Palabra de Dios.
Luego agrega:
“Más el Nuevo Testamento nos enseña que la gracia
divina puede ser resistida, y resistida hasta la perdición eterna, (Jn. 6:64,
Heb. 6:4-6, 10:26-30, 2 Pe. 2:21, Heb. 2:3, 2 Pe. 1:10), y que la perseverancia
está condicionada al mantenerse en
contacto con Dios.”[2]
Más adelante agrega:
“Pero la frase “una vez en la gracia, siempre en la
gracia” no podía decirse de los israelitas; puesto que la ruta quedó señalada
por las tumbas de aquéllos que habían sido castigados por sus murmuraciones,
rebeliones e idolatrías. El pecado interrumpió la comunión con Dios, y como
resultado de ello cayeron de la gracia.
Pablo declara que estos acontecimientos fueron registrados a fin de advertir a
los creyentes de la posibilidad de perder los más excelsos privilegios debido
al pecado obstinado.”[3]
Guy Duffield, otro teólogo pentecostal escribe:
“La participación del creyente es nutrirse en la
palabra de Dios, someterse al ministerio del Espíritu Santo y preservar la
comunión constante con Dios a través de la oración. Es por medio de la fe, la
obediencia y la sumisión a la voluntad de Dios, que el creyente se adueña de todo
lo que la gracia de Dios suple. No somos ni salvados ni guardados a causa de la
fe y la obediencia. Pero la fe y la obediencia nos mantienen en comunión con
Cristo, quién es fiel y nos preserva hasta el fin. “Porque yo sé en quién he
creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta
aquel día” (II Ti. 1:12). Si el seguidor de Cristo hace estas cosas, estará
seguro por toda la eternidad. Pero si no mora en Cristo por causa de su
incredulidad, o por una vida que peca a propósito y nunca se arrepiente, o por
continuar en apostasía, entonces no hay promesa alguna de que será guardado. En
ninguna parte de la escritura se nos da permiso a desafiar la gracia de Dios…El mantenimiento de nuestra salvación no
es un acto de equilibrio sobre un camino angosto con precipicios en ambos
lados. Claro que hay un precipicio, pero por la fe, la obediencia y la comunión
fiel con el Señor, tendremos el privilegio de caminar más y más lejos del
precipicio y llegar más y más cerca de la ciudad de Dios.”[4]
Sin embargo es de notar, que estos dos teólogos
pentecostales aceptan que hay una seguridad para el creyente, pero que esta
seguridad no está fundamentada en Dios sino en el andar del creyente. Por lo tanto, eres salvo por Dios y puedes
vivir seguro en él, siempre y cuando
no pierdas la salvación. Entonces, la supuesta seguridad es contradicha.
El predicador pentecostal Rodolfo Gonzalez enseña acerca de
la salvación frágil en la que cree, en una de sus prédicas tituladas, “El descuido
espiritual acarrea desgracia”, transcribiré textualmente sus palabras:
“Pero usted comienza a caer con una filistea, con
una ramera, con una Dalila, ahhh, ya hace rato que tú estás de picada, estas picada
ya, sólo hace falta que el Diablo te arrastre y te lleve”[5]
Note la forma en la que este predicador manifiesta que
cualquier creyente puede ser llevado por el Diablo. La Biblia enseña por el
contrario, “por lo cual estoy seguro que nada ni nadie nos podrá separar del
amor de Dios que es en Cristo Jesús” Ro. 8:38-39.
Minutos más adelante agrega:
“Por eso estamos predicando, todos los días
hablamos y hablamos ¿para qué?, para que se cuiden, yo me tengo que cuidar, yo
no puedo esperar que ustedes me cuiden a mí, yo me tengo que cuidar, la Palabra de Dios dice: el que se cuida a sí
mismo el maligno no le toca…¿Dios te guarda? Sí te guarda, pero ¿qué dice Dios?
el que se guarda a sí mismo, ¿qué dice Dios? El que resiste al Diablo de
vosotros huirá.”[6]
Es interesante que este predicador mencione que Dios sólo
nos guarda a los creyentes con la condición de que nosotros nos guardemos a nosotros mismos, pero eso no lo enseña la Biblia en pasajes como 1 Pe. 1:5, Jud. 24. El no caer de
la gracia no depende de que yo me cuide, sino de que Dios y su poder me cuidan.
Luego agrega:
“Para que sepa usted que a los fuertes, y a los que Dios ha escogido, si se
debilitan, el Diablo se los lleva. Cuando yo vi siendo todavía un novato,
comenzando unos años nomás, y vi pastores que cayeron yo lloraba y decía:
Señor, primero quítame la vida, y hasta ahora no ceso de decirle al Señor:
primero quítame la vida, antes que yo te falle, antes que yo sea piedra de
tropiezo, piedra de escándalo, quítame la vida como tú quieras Señor, pero no quiero perder mi alma ni quiero ser
un mal testimonio, hermano por un deleite sexual con una mujer más joven, una
mujer más diferente que la otra en su cuerpo, en su forma, hermano comer ese
plato es irse al infierno de cabeza.”[7]
La Biblia a diferencia de lo que nos dice este predicador,
es más compasiva. Juan argumenta que si pecáramos tenemos un abogado que es
Cristo (1 Jn. 2:1); Jesús además nos aseguró que nunca pereceríamos en el
infierno (Jn. 10:27-28). Además es notorio que en estas declaraciones se
argumenta que los pecados de índole sexual son los más graves delante de Dios; sin embargo, la Biblia dice que el saber
hacer lo bueno y no hacerlo es pecado (Stg. 4:17), que todo lo que no procede
de fe es pecado (Ro. 4:23) y que para un Dios Santo, tanto una mentira como la
avaricia, la explotación o los pecados sexuales, son de igual grado y magnitud
(1 Jn. 1:5).
A continuación, trataré de explicar la mayoría de textos que
son usados por los que rechazan tener una seguridad en Cristo, para vivir una
vida desdichada creyendo que a cada segundo de su vida, su salvación pende de
un hilo. Para ello, usaremos el análisis sencillo del pasaje, el contexto y sus
conceptos griegos.
Mateo 7:15-23
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a
vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus
frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los
abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos
malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos
buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así
que, por sus frutos los conoceréis. No
todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el
que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en
aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos
fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad.”
Note bien: en los
versículos anteriores tenemos una clase de personas que conoce el evangelio de
Cristo y hasta realizaron milagros; sin embargo, NUNCA fueron salvos. Note que
estos llamados “falsos profetas” tienen vestidos de ovejas pero dentro (su
naturaleza) es de lobo, a diferencia del creyente que tiene una nueva
naturaleza en Cristo (2 Pe. 1:4). Luego Jesús apela a los frutos, diciendo que
un buen árbol puede producir buenos frutos, pero un árbol malo sólo producirá
frutos malos, lo cual indica que sólo los creyentes pueden dar frutos dignos de
arrepentimiento (Lc. 3:8), los falsos profetas son creyentes “falsos” que
podrán dar aparentes frutos de “justicia” por un tiempo, pero todo se desvanece
cuando da un fruto malo, el fruto de la deserción (1 Jn. 2:19). El Señor Jesús
luego menciona que no todo confesor de su Señorío es salvo sino aquellos que “hacen”
la voluntad de su Padre Dios. Note algo, uno no entra al cielo por “hacer” la
voluntad de Dios, sino sólo por gracia (Ef. 2:8), el “hacer” la voluntad de
Dios es tan sólo una demostración que “ya” somos salvos (1 Jn. 2:3, 2:29). Muchos
falsos profetas (incrédulos) dirán en el día final al Señor que obraron muchos
milagros en su nombre, sin embargo,
el obrar milagros NO es una demostración de ser salvo, porque incrédulos como
Janes y Jambres los obraron también (2 Tim. 2:8); vemos aquí que el poder de
obrar milagros de estos farsantes viene de Dios pero para perdición (2 Ts.
2:11-12). Por último Jesús declara “nunca” haber conocido a estos falsos profetas,
algo que NUNCA diría de los verdaderos creyentes a quienes “conoció” desde
antes de la fundación del mundo (Ro. 8:29, 1 Pe. 1:2, Gl. 4:9).
2 Corintios 11:13-15
“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros
fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla,
porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño
si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será
conforme a sus obras.”
Note bien: en el
texto anterior vemos que estos falsos “apóstoles” tampoco son verdaderos creyentes,
como en el caso anterior. Mire la comparación que hace Pablo de Satanás
disfrazado de ángel de luz. Satanás puede disfrazarse de ángel de luz pero NUNCA
será uno, pues tiene una naturaleza caída. Igual estos ministros de Satanás
pueden disfrazarse de justos pero nunca serán justos, porque siguen teniendo su
naturaleza caída. No es que éstos hayan perdido la salvación, sino que NUNCA
fueron salvos, sólo eran incrédulos con disfraces de salvos. Pablo luego apela al final de estos hombres
argumentando que recibirán conforme a sus obras. Si fueran creyentes darían
buenos frutos, al salir del cristianismo sólo demostraron que NUNCA fueron
salvos.
2 Pedro 2:1.21-22
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo,
como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente
herejías destructoras, y aun negarán al
Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina…Porque
mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después
de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero
les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la
puerca lavada a revolcarse en el cieno.”
Note bien: este
es un pasaje bastante importante porque a primera vista, el apóstol Pedro está
indicando que estos falsos maestros han sido rescatados por el Señor; sin
embargo, hay que leer todo texto en su contexto global. El término griego que
la RVR 1960 traduce como “rescató” es ἀγοράζω que específicamente significa “comprar”,
así lo traduce la Biblia de las Américas (…al Señor que los compró…). Ahora,
Cristo Jesús es el comprador y Salvador de “todos” los hombres, aún de los
incrédulos (1 Tim. 4:10, Tito 2:11, Heb. 2:9), aunque su sangre salvadora solo se hace efectiva en aquellos que
creen. En conclusión, estos falsos maestros mencionados por Pedro son
incrédulos por quienes Jesús murió y con su sangre los compró; sin embargo,
ellos por su corazón no arrepentido atesoran ira para el día de la ira (Ro.
2:5) por lo tanto no se hace efectiva la sangre de Cristo para salvación. Note
algo más, Pedro en los últimos versículos del mismo capítulo demuestra que
estos falsos maestros nunca fueron en realidad salvos. Él apela a la naturaleza
de los animales para comparar a estos pecadores según el Proverbio 26:11. ¿Por
qué el perro vuelve a su vómito? Pues porque es perro, si fuera gato les aseguro
que no lo haría. ¿Por qué la puerca lavada vuelve al cieno? Pues porque es
puerca, si fuera gato, no lo haría. ¿Por qué los falsos maestros vuelven a la
vida de pecado? Porque SIEMPRE fueron pecadores, si hubieran sido SALVOS (con
nueva naturaleza) no añorarían ni siquiera volver a esa vida. Estos maestros no
perdieron la salvación, sólo que nunca la tuvieron.
Continuará…
[1] Myer
Pearlmann, Teología Bíblica y
Sistemática, pg. 299-300 – Versión Castellana: Benjamín E. Mercado,
Editorial VIDA, Miami Florida 33167 (Novena edición, 1977).
[2] Ibid,
pg. 305
[3] Ibid,
pg. 307
[4] Guy P.
Duffield y Nathaniel M. Van Cleave, Fundamentos
de la Teología Pentecostal, pg. 284-285 – Segunda Edición. 2002 por Life
Pacific College. ISBN 0-9635581-3-7
[5] https://www.youtube.com/watch?v=2C9JvxaVKcY
Minuto 10 segundos 08-29.
[6] Minuto
12 segundos 58 – minuto 13:53
[7] Minuto
15 segundos 18 – minuto 16:22
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