Escrito por Abrahan Salazar
El Nuevo Testamento
aplica el término "Dios" a Jesucristo, algo que a muchos estudiantes
de la Biblia ha llevado a estudiar seriamente.
Lo primero que debemos
aclarar es que el término "אלהים (Dios)" en el idioma
hebreo no sólo era aplicado Dios como Ser Supremo sino también a personas que
eran representantes de la autoridad divina.
El erudito Fiedrich
Wilhelm Gesenius en su léxico hebreo-arameo escribe acerca de una de las
aplicaciones del término Elohim:
“(2)
Una vez aplicado a los reyes, i. e. בְנֵי אֱלהׅים [hijos de Dios] Salmos 82:1, especialmente el versículo 6.
Nota: no pocos intérpretes, tanto antiguos como modernos,
han considerado אֱלהׅים
como un término que denota también a los
ángeles (vea Salmos 8:6, la LXX, Salmo 82:1, 97:7; 138:1), y los jueces (Ex.
21: 6, 22:7-8); esta opinión es discutida y refutada ampliamente en Thes.
Página 95 (Pero Hebreos, cap. 1: 6 y 2:7-9, muestra claramente que esta palabra se refiere
a veces a los ángeles, y la autoridad del NT Decide el asunto)”[1]
E. Stauffer explica:
“Θεὸς habitualmente lleva el artículo cuando
está en nominativo, pero en otros casos puede hallarse con o sin artículo, sin
distinción. Θεὸς también puede denotar a deidades paganas (cf. Hch. 19:37, 1
Co. 8:5) e incluso a seres humanos (Jn.
10:34-35, citando Sal. 82:6).”[2]
Algunos casos de la
aplicación de Elohim a seres humanos:
-
En Antiguo Testamento aplica el término "Dios" a un
Rey.
"5 Tus saetas agudas, con que caerán pueblos
debajo de ti, penetrarán en el corazón de los enemigos del rey. 6 Tu trono, oh
Dios, es eterno y para siempre cetro de justicia es el cetro de tu
reino. 7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió
Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros. 8 Mirra, áloe
y casia exhalan todos tus vestidos; desde palacios de marfil te recrean. 9
Hijas de reyes están entre tus ilustres; está la reina a tu diestra
con oro de Ofir." (Salmo 45:5-9)
T. K. Cheyne escribe:
“El término "Elohim" puede aquí ser un
título de rey. En defensa de esto, observamos que el título Elohim se aplica a
la autoridad judicial (Ex 21:6, 22:8), a Moisés (Éxodo 7:1), para la aparición
de Samuel (1 Sam 28:13), y además un
profeta, mirando hacia el futuro, declara que la familia de David será como
Elohim, y como el ángel de Jehová (Zac 12:8)”[3]
Es evidente que el término Elohim (Dios) es
aplicado al Rey como autoridad representativa de Dios.
-
A los jueces en Israel, Dios les llama Elohim:
“1 Dios está en la reunión de los dioses;
en medio de los dioses juzga…2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,
y aceptaréis las personas de los impíos?...6 Yo dije: Vosotros sois dioses,
y todos vosotros hijos del Altísimo; 7 Pero como hombres moriréis,
y como cualquiera de los príncipes caeréis.” (Salmo 82:1-7)
Explícitamente Dios llama “Elohim” a los jueces
de Israel en Ex. 21:6, 22:7-8.
Joseph A. Alexander explica:
“Poderoso es un
término singular, no plural, en hebreo, siendo uno de los nombres divinos (אל) y califica a la
congregación o asamblea como perteneciente a Dios mismo, es decir, instituida
por él, y que lleva a cabo autoridad bajo él. La expresión paralela es su uso
singular en el Pentateuco, por el cual los magistrados teocráticos, como puros
representantes de Dios tienen soberanía judicial, y son llamados expresamente
Elohim, la forma plural de la que es particularmente bien adaptado a este doble
sentido o aplicación.”[4]
Es indiscutible que este pasaje se refiere a los
jueces de Israel que impartían justicia con la Ley y la Autoridad de Dios.
-
Se aplica el término Elohim a los ángeles de Dios.
“Le has hecho poco menor que los ángeles (Elohim
en el hebreo), y lo coronaste de gloria y de honra.” Salmos 8:5
“Avergüéncense
todos los que sirven a las imágenes de talla, los que se glorían en los ídolos.
Póstrense a él todos los dioses.” Salmos 97:7
Compare
la última parte del versículo con la transcripción que hace el N.T. en Hebreos
1:6.
-
Moisés es llamado Elohim (Dios)
“15 Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las
palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de
hacer. 16 Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú
serás para él en lugar de Dios.” (Ex. 4:15-16)
Carl F. Keil y Franz Delitzsch explican:
“El Targum suaviza la palabra לֵאלהים con לְּרַב
(maestro, señor). Moisés fue llamado Dios, como siendo el poseedor y medio de
la palabra divina. Como explica Lutero, «todo el que posee y cree la palabra de
Dios, posee el Espíritu y poder de Dios, y la sabiduría divina, verdad,
corazón, mente y todo lo que pertenece a Dios».[5]
Por lo tanto, algunos estudiantes han interpretado el término “Dios”
aplicado a Jesucristo como se aplicaba a Moisés, a los jueces o a los reyes en
Israel.
Sin embargo, el Nuevo Testamento no solo aplica el término
Elohim/Theos para Jesús sino que le otorga facultades que no son humanas ni
angélicas.
Por ejemplo, dentro de los atributos intransferibles de Dios existe
la Omnipresencia de Dios, un atributo claramente mostrado en las Escrituras que
ningún ser creado por Dios posee,
pero que Jesús sí posee naturalmente. Acerca de esto, el Dr. Chafer dice:
“La
relación que Dios sostiene con el espacio recibe la designación de
omnipresencia e inmensidad. El concepto de Dios presentado en las Escrituras es
que El está presente en todo lugar. Tal noción es difícil de comprender por la
mente finita. También la Biblia declara que Dios -cada una de las tres
Personas- reside en un lugar en un momento dado. Acerca del Padre, se declara:
"Padre nuestro que estás en los cielos" (Mt.6: 9); acerca del Hijo se
declara que El, después de su ascensión, "se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas" (He. 1 :3); y concerniente al Espíritu en Su
relación a la Iglesia, se dice: "en quien vosotros también sois juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu" (Ef. 2:22; comp. Sal.
113:5; 123:1; Ro. 10:6, 7; 1 Co. 3: 16; 6: 19). Por otra parte, el Padre es
visto en el Hijo y el Hijo en el Padre (Jn. 17:21 ); el Padre es "sobre
todos, y por todos, y en todos" (Ef. 4: 6); el Hijo está presente donde
dos o tres están reunidos en Su nombre (Mt. 18:20; comp. 28:20; Col. 1:27). El
Espíritu, al igual que el Padre y el Hijo, habita en todo creyente (Ro. 8:9).” [6]
La persona de Jesús posee una existencia anterior a su
manifestación humana y el apóstol Juan lo llama Dios mismo (Jn. 1:1.14). Pablo
apela a su persona de preexistencia humana como en forma[7] de Dios (Fil. 2:6), y
alegando que en la persona de Jesús habita “toda” la plenitud de la Deidad
corporalmente (Col. 2:9), por lo tanto es posible llamar a Jesús “gran Dios” y
Salvador (Tito 2:13).
El apóstol Juan en su Primera Carta llama a Jesucristo
el verdadero Dios (1 Jn. 5:20), acerca de esto Lothar Coenen, Erich Beyreuther
y Hans Bietenhard comentan:
“El culmen de tales proposiciones lo representa 1 Jn
5,20, donde consta la absoluta unidad de naturaleza entre Dios y Cristo.
Probablemente hay que traducir así: «Este (Cristo) es el verdadero, Dios y vida
eterna» (y no: éste es el verdadero Dios).”[8]
Otro punto importante a considerar es la confesión
pública de Jesucristo como “Señor” en las comunidades judías. Sobre esto,
Charles Ryrie escribe:
“Para un cristiano primitivo acostumbrado
a leer el Antiguo Testamento, la palabra “Señor” cuando se aplicaba a Jesús,
sugeriría su identificación con el Dios del Antiguo Testamento” (S.E. Johnson,
“Lord Christ”, The interpretes Dictionary
of the Bible [New York: Abingdon 1976], 3:151). Esto significa que con
relación a un versículo como Romanos 10:9, que “cualquier judío que
públicamente confesara que Jesús de Nazareth era Señor, se entendería que le
estaba atribuyendo la naturaleza y atributos divinos a El” (William G.T. Shedd
Romans [New York: Scribner, 1879], pg. 318). Por lo tanto, la esencia de la fe
cristiana era reconocer a Jesús de Nazareth como el Yahweh del Antiguo
Testamento. ”[9]
¿Podría ser Jesús llamado “Dios” al igual que los
ángeles, los reyes, jueces o profetas?
Es cierto que Jesús cumplió ministerio de profeta y
cumplirá de Rey mundial en el milenio, pero la Biblia excluye el acto de categorizar
a Jesús como un ángel de Dios (Heb. 1:5-13). Jesús podría ser llamado “Elohim”
como lo fueron llamados los profetas, reyes o sacerdotes, sin embargo al
conocer de su persona, su esencia y naturaleza la aplicación del concepto “Elohim”
se desvanece de nuestras mentes para contemplar al verdadero Dios y vida eterna
en la persona de Jesucristo.
[1] Friedrich Wilhelm Gesenius , Hebrew and Chaldee Lexicon (1846), pg.
49
[2] Gerhard
Kittel, Gerhard Friedrich, Geoffrey W. Bromiley, Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, pg. 323 –
Editorial Libros Desafio.
[3] T. K. Cheyne, Th e Book of Psalms
pg. 126 – LONDON 1888
[4] Joseph A. Alexander, Commentary on
Psalms, Kregel Publications, pg. 357 – Library of Princenton
[5] Carl F.
Keil y Franz Delitzsch, Comentario al Texto Hebreo del Antiguo Testamento pg.
296, Editorial CLIE
[6] Lewis
Sperry Chafer , Teología sistemática TOMO I pg. 227, Publicaciones Españolas
INC 1986
[7] El
Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo testamento Exhaustivo de
Vine pg. 381 define: “Morfe (forma) denota la forma o rasgo distintivo especial
o característico de una persona o cosa. Se usa con un significado particular en
el NT, solo de Cristo, en Flp_2:6-7, en las frases «siendo en forma de Dios» y
«tomando forma de siervo». Una excelente definición de esta palabra es la dada
por Gifford: «morfe es así propiamente la naturaleza o esencia, no en
abstracto, sino tal como subsiste realmente en el individuo, y retenida en
tanto que el individuo mismo existe … »Así, en el pasaje ante nosotros morfe
Theou es la naturaleza divina real e inseparablemente subsistente en la persona
de Cristo. Para la interpretación de «la forma de Dios» es suficiente decir
que: (1) incluye toda la naturaleza y esencia de la Deidad, y que es
inseparable de ella, ya que no podrían tener existencia real sin ella; y (2)
que no incluye en sí misma nada «accidental» o separable, tal como modos
particulares de manifestación, ni condiciones de gloria o majestad, que pueden
en un momento estar junto con la «forma», y en otro momento separados de ella.
El verdadero significado de morfe en la expresión
«forma de Dios» queda confirmada por su repetición en la frase correspondiente,
«forma de siervo». Se admite universalmente que las dos frases son directamente
antitéticas, y que por ello «forma» tiene que tener el mismo sentido en ambas»
(Gifford, The Incarnation , pp. 16,19,39).”
[8] Lothar
Coenen, Erich Beyreuther y Hans Bietenhard, Diccionario Teológico del Nuevo
Testamento, Vol. III pg. 36. – Ediciones SIGUEME, Salamanca 1990
[9] Charles
C. Ryrie, Teología Básica pg. 56, Editorial UNILIT.
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